Off-Topic – Ruta Chichimeca

Con ésta van catorce veces que la Ruta Chichimeca atraviesa la Ciudad de México en su camino de frontera a frontera. Es otra gran fiesta ciclista que mi corazón espera con ansias todo el año porque me hace sentir parte de una enorme e intensa red de corazones que han conseguido trenzar todas sus diferencias en una sola agenda.

En el 2012 la recorrí completa (es verdad que utilicé el carro de apoyo una vez en Baja y me salté algunas etapas de San Juan del Río a la Ciudad de México (me caga decirle así al de efe) y yo creo que en otras diez ocasiones he participado nada más en mi “relevo”, de Cuautitlán al Monumento a la Revolución un día y al siguiente del Monumento a Fierro del Toro, frontera con el estado de Morelos).

Este año dedicaremos las próximas dos semanitas de vacaciones a esta locomotora de felicidad.

El viernes pasado los fuimos a alcanzar la Bere y yo a la hermana República de Tepeji del Río, donde gozamos de la hospitalidad del profe. Rito (tenkius) y donde se despidió el Tiburón después de narrar a grandes rasgos sus hazañas en solitario por Baja California, sin agarrar la temible carretera transpeninsular.

Veredeamos por los montes, atestiguamos la destrucción despiadada de los cerros por las minas a cielo abierto, de donde extraen la grava para construir los gallineros disfrazados de casas en Huehuetoca.

(Toda construcción conlleva una destrucción; en este caso se destruye un cerro para construir un fraude inmobiliario).

En Tepotzotlán nos recibieron con cuetes. Así como lo oyes mamá, cuetes de los que suben al cielo y hacen pum, no de los que se juntan la esquina con caguamas. Kari & co, ciudadanos organizados en una asociación que “a la brava” instalaron cuatro biciestacionamientos en Tepotzotlán donde por ser Pueblo Mágico no se le pueden cambiar ni siquiera las malas mañas, como privilegiar el uso de automóviles particulares a pesar de que el pintoresco pueblito es un embotellamiento perpetuo.

La hospitalidad se agradece muchísimo, agua caliente, techito para poner las cobijitas y los cartones de huevo y apreciar lo que verdaderamente importa de esta vidaà la tibieza de mi Bere chula arrepegada contra mi.

A la mañana siguiente, guajolotas para desayunar y luego de almuerzo, la aproximación a la ciudad por la ribera del “río” Cuautitlán, como se le dice de cariño a este drenaje. Pocos saben que lo construyó don Enrico Martínez por ahí del 1630, para separar la gran laguna de Tenochtitlán los diferentes lagos Zumpango, Xochimilco, Texcoco. Menos aún saben que, con pretexto de controlar las inundaciones, en realidad buscaban el tesoro de Moctezuma que creían oculto en túneles con alguna entrada secreta. Tal cual.

Desvarío. En el camino el grupo cambia a cada instante: no está aquí el Gato, don Raúl y don Miguel se quedaron en Tepotzotlán. Otros más amenazan con quedarse aquí, ya no continuar, o alcanzarnos más adelante, mientras que otros viajeros se contagiarán de esta comezón en los pies y se unirán a esta locura.

Cada pequeño cambio hace que este convoy de buena vibra cambie de modos sutiles, pero perceptibles, como cada voz completa un coro. En adelante iremos mi Fantástica Bere y yo fenormoneandoles los caminos del sur del país, hasta que nos alcance el final de las vacaciones.

Nos escapamos otra vez mañana, el martes 21 de agosto. Nos espera una mañana entera de subida por la ciclovía rural, hasta Fierro del Toro, por donde no había pasado desde hace un par de años, cuando nos asaltaron, así que confieso me da un poquitín de miedo. Y luego se pone más chido: bajaremos hacia Tepoztlán, Yautepec, Oaxtepec… y dormiremos en Cuautla.

Si tienen la oportunidad, ni lo duden: vámonos.

Stay tuned for updates.

 

labereyelrot

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